domingo, 30 de diciembre de 2018

Finalizando el dos mil dieciocho.

A falta de menos de 24 horas para que se acabe el peor año... no sé si 'de mi vida', pero al menos el peor de los últimos años. Aunque igual no debería juzgarlo así, no vaya a venir el próximo con celos y se proponga superarlo...y ser aún peor.
Sé que cambiar de calendario no cambia nada más que eso. Empezar otra vez a contar desde el 01 de enero. No se va a solucionar nada solo, no se van a quedar cerradas las historias que están abiertas, no se me va a quitar la sensación de pena de los últimos días. Simplemente, cambiará la cifra que describe y clasifica el año y ya está.
Pero hasta algo tan simple me conforta. Quiero dejar atrás este 2018.


No voy a hacer un resumen. Al menos, no hoy, no esta noche.
De hecho, llevo un par de semanas sin escribir ni una línea (y la última semana he estado ya de vacaciones laborales). Y ni siquiera podría asegurar que no me apetezca escribir..., pero, simplemente, no lo he hecho. 
Es una evidencia. Como lo del cambio de año.

Si miro hacia atrás..., los dos únicos momentos que de veras salvaré de estos doce meses son los que finalmente pasé a su lado. Dos horas en septiembre. Parte de una tarde, una noche entera y una mañana hace dos semanas. 

Me quedo con eso.

Me hubiese gustado verle antes de acabar el año..., pero no ha podido ser. No me voy a poner a valorar ni considerar las razones ni los motivos. 
También me habría conformado con hablar un rato con él...pero llevo más de una semana sin conseguirlo. Tampoco lo voy a valorar. 

Se termina el año. Cumplo años. Me siento mayor y cansada. No sé que va a ser de mi vida y no auguro nada bueno para las próximas semanas.
Y no voy a pensar ahora en eso.

Treinta y uno de diciembre de dos mil dieciocho. 
Mejor en letras, aunque yo sólo crea en los números. 
Igual. escribiendo su nombre, dos mil dieciocho, exorcizo algún fantasma más.

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